Ha pasado un mes desde esa fatídica mañana. Tomás no sale de casa y no quiere ver a nadie. Se pasa los días frente al monitor de su pc, con el teléfono encima de la mesa... esperando. Los primeros días terminó con las reservas de alcohol y tabaco que tenía en casa, pero ni siquiera el "mono" de nicotina lo sacó de su letargo. Los ojos enrojecidos y resecos ya no lloran, y se ven rodeados de grandes ojeras oscuras. Sucio, sin afeitar, demacrado, sin comer apenas, deja pasar las horas esperando que suceda el milagro. Por su cabeza pasaron todos los pensamientos imaginables, hasta que hoy, al fin, una idea ha venido a ocupar por completo su mente.
Se levanta de la silla y con ella en la mano se dirige a la terraza de su apartamento. La acerca a la barandilla y sube. Empieza a amanecer y la ciudad comienza a desperezarse. Cierra los ojos y abre los brazos, imaginando por un momento que son dos enormes alas que brillan bañadas por las pimeras luces del sol.
Sonríe y echa a volar. Sabe que va a encontrarse con su DES-TINO.
ladesordenada Viernes, 17 Junio 2005 13:28 Enlace Permanente Comentarios (18)
El pan nuestro de cada día....
A veces, se convierte en un churrasco más duro que una piedra, que te rompes los dientes de un mordisco y más vale quedarse una sin comer.
Vamos, que hay días que acaba una a estas horas sin ganas de nada. A mediodia, llego a casa harta de la oficina, y los niños discutiendo como siempre. El pequeño es un desastre, pero un desastre exagerado. Que a ningún graciosillo se le ocurra decir que se parece a su madre ¡que me lo como! vale, yo soy algo desastre, pero es que éste me supera con creces. Su habitación es un cúmulo de cosas extrañas, de procedencia desconocida. ¿Y la ropa? No, no es ropa, es un "buruyo" enredao que no sabes si se trata de un pantalón o una camiseta. La mayor estaba sacándole la ropa que ya no le sirve y tenían una guerra. Ésta es todo lo contrario, el orden y la perfección habría que bautizarlos de nuevo y ponerles su nombre. Si este año le digo: "A, arregla el armario de los trastos, anda" y el verano que viene le pregunto: "A ¿dónde está la bolsa aquella de la playa que no la encuentro por ningún sitio?" me contesta: "En la parte de arriba del armario, la puerta de la derecha, al final, a la izquierda". Y no, no señores, no se lo ha apuntado ni nada... es que ella es así. Os podéis figurar las batallas que tienen ¿verdad?.