¿Qué diferencia el mundo de lo normal del de lo anormal? Yo siento, pese a quedar fatal, que a veces me viene la depresión, que se me va la cabeza, que soy más raro que un perro verde, que no encajo en ninguna parte, en definitiva: que no soy normal. Pero ya nos avisó el profesor de Psicopatología en la carrera, "no os asustéis, según veamos el temario, sentiréis que vosotros sois patológicos". Por lo tanto no tengo que temer (¿otro miedo más?, no por favor), mi anormalidad está dentro de lo normal.
El cine para mí no es una afición, es una necesidad. Puede parecer exagerada esa afirmación, pero es una de esas certezas que me palpitan dentro. El cine me ayuda a evadirme, me siento en la butaca y dejo de ser yo. El cine me conmueve, me aporta, me enseña. En el cine vibro, y lloró. También río. En el cine crezco.
A ella no hace falta que le de razones de lo que siento cuando se oscurece la sala, porque ella siente al tiempo que yo. Nuestra amistad se ha ido forjando en las colas del cine, hemos llenado de silencio y de miradas frases y escenas que nos han robado el corazón. Por el cine nos hemos saltado las clases (las teóricas y las prácticas), por el cine hemos dado plantón, hemos casi infringido la ley. El cine cobra sentido cuando es ella la que me coge la mano al asustarnoscon la película.
http://www.descargaspsp.org/
Los dos hemos cometido la estupidez de creernos personajes de cualquier película de Meg Ryan, y de caminar por Madrid soñando que una cámara nos sigue, y una bella partitura nos adorna. Nos queda un guión (para empezar) por escribir, y muchas películas con las que soñar. Nos queda mucho que enseñarnos, demasiado de lo que reirnos, y un mundo lleno de gente de la que enamorarnos.
Ella sueña su vida en guiones. Ella habita en mi mundo como hada miope y temblorosa. Ella tiene nombre de ave, pero no es pasajera, a pesar de tener en propiedad una parte de cielo en la que a veces me pierdo, donde me quedo a charlar, y aprendo de una niña que ha crecido, como yo, a base de ver cine. Ella recibe de regalo un año más de vida. ¿Qué puedo regalarle? ¿Una historia tal vez? Ya lo sabes, te espero en la cola del cine.
El cine para mí no es una afición, es una necesidad. Puede parecer exagerada esa afirmación, pero es una de esas certezas que me palpitan dentro. El cine me ayuda a evadirme, me siento en la butaca y dejo de ser yo. El cine me conmueve, me aporta, me enseña. En el cine vibro, y lloró. También río. En el cine crezco.
A ella no hace falta que le de razones de lo que siento cuando se oscurece la sala, porque ella siente al tiempo que yo. Nuestra amistad se ha ido forjando en las colas del cine, hemos llenado de silencio y de miradas frases y escenas que nos han robado el corazón. Por el cine nos hemos saltado las clases (las teóricas y las prácticas), por el cine hemos dado plantón, hemos casi infringido la ley. El cine cobra sentido cuando es ella la que me coge la mano al asustarnoscon la película.
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Los dos hemos cometido la estupidez de creernos personajes de cualquier película de Meg Ryan, y de caminar por Madrid soñando que una cámara nos sigue, y una bella partitura nos adorna. Nos queda un guión (para empezar) por escribir, y muchas películas con las que soñar. Nos queda mucho que enseñarnos, demasiado de lo que reirnos, y un mundo lleno de gente de la que enamorarnos.
Ella sueña su vida en guiones. Ella habita en mi mundo como hada miope y temblorosa. Ella tiene nombre de ave, pero no es pasajera, a pesar de tener en propiedad una parte de cielo en la que a veces me pierdo, donde me quedo a charlar, y aprendo de una niña que ha crecido, como yo, a base de ver cine. Ella recibe de regalo un año más de vida. ¿Qué puedo regalarle? ¿Una historia tal vez? Ya lo sabes, te espero en la cola del cine.