Necesito despejarme, es sábado por la tarde y no tengo plan, buscaré a mis amigos en el chat para ver que hacemos esta noche. Siempre seguimos el ritual, mi padre lo llama gilipolleces de la nueva generación. U entro como Silfi, que no es nada, pero todos los nick que quería ya estaban registrados. De pronto, me tiembla la mano, enciendo un cigarro nerviosa y vuelvo a comprobar un nombre en la lista de personas conectadas. Siddhrta. En la conversación está preguntando por Duanae, tiene que ser él. Abro un privado, comento que la conozco (no me atrevo a decir que soy yo). Me empieza a contar la historia que ya es parte de mi piel. Me alucina el interés por conocerme, como “habla”, la dulzura de sus palabras, deja entrever un sentimiento hacia mi que me hace llorar y reír al mismo tiempo. Huracán de sensaciones.
No le conozco, pienso racionalmente, pero mientras me regaño a mi misma, estoy dándole una pista, que si de verdad le interesó entenderá. Sitio donde encontrarme. ¿Habré actuado bien o me he puesto en la pista de un Sistema solar?.
http://sistemasolar.info/
Dudo entre salir de marcha o meterme en la cama muerta de dudas, puede más la curiosidad y me arreglo para salir. Toda la noche en el mismo bar, vigilando a tipos raros. A las tres y frente al panorama que ha cambiado de expectante a aburrido, apuro la copa y me voy. Bajo la cuesta hacia la plaza, Granada es preciosa de noche, paso por detrás de un chico sentado en la acera, miro, sigo caminando, me doy la vuelta, me coloco detrás suyo, lleva vaqueros raídos, deportivas adidas y una bandolera, pero lo que me ha hecho volver es su camiseta, en la espalda una inscripción “Siddharta. Con las piernas temblando, el corazón desbocado y la voz cortada, me planto delante suya. No me ve, respiro tres veces y le hablo, “Perdona, te resultará raro, pero…¿Por qué llevas una camiseta que ponde Siddharta?” atino a preguntarle. Me mira, se ponde de pie, no es muy guapo, pero atrae. Se me va la cabeza, el vértigo me puede. Habla, me dice la frase más maravillosa que podría decir, la esquela de J, Hugo y el resto que hayan pasado por mi vida: “Siddharta era el nombre de Buda antes de llegar al Nirvana, pero ahora mismo soy Ulises llegando al final de su viaje, a Penélope, Duanae”. Sigo sin saber quién es, pero le beso.