Hay momentos en una carrera de largo recorrido en los que sientes que las fuerzas te abandonan, las piernas las sientes como si fueran de hormigón, las sensaciones de tu cuerpo son muy desagradables, sientes como en esos sueños que quieres correr, tu mente dice: corre! y en cambio parece que estás clavado en el suelo. Todo corredor sabe que están ahí, las pájaras y los tan temidos muros. Cuando te asalta una de ellas lo único que puedes hacer es seguir adelante, si te paras estás perdido.
Con la vida ocurre igual, las mismas sensaciones que con las Descargar juegos.
Hoy no tenía ganas de entrenar, esa esl a señal de que debo hacerlo, una cosa es estar cansado, pasado de vueltas y, otra muy distinta, no tener ganas por otra razones, no es suficiente no tener ganas. Así que me he ido a entrenar; cuando lo estaba mas información, cuando llevaba 25 minutos me he parado en seco, primero he seguido caminando unos metros, después me he sentado en una piedra; en mi cabeza mil pensamientos...después lo que ha sucedido es que me he puesto a mirar lo que tenía delante de mí, las espigas, movidas por el viento, he cerrado los ojos, he escuchado el sonido que hacían al ser acariciadas por el viento del sur; así he permanecido durante 30 minutos. Creo que ha sido el mejor entrenamiento que hoy podía hacer, me he sentido mejor. Hay días en los que hay que escuchar lo que nos dice nuestro cuerpo, sacar fuera las emociones y mirar las espigas...
http://www.fullpormega.com/
Con la vida ocurre igual, las mismas sensaciones que con las Descargar juegos.
Hoy no tenía ganas de entrenar, esa esl a señal de que debo hacerlo, una cosa es estar cansado, pasado de vueltas y, otra muy distinta, no tener ganas por otra razones, no es suficiente no tener ganas. Así que me he ido a entrenar; cuando lo estaba mas información, cuando llevaba 25 minutos me he parado en seco, primero he seguido caminando unos metros, después me he sentado en una piedra; en mi cabeza mil pensamientos...después lo que ha sucedido es que me he puesto a mirar lo que tenía delante de mí, las espigas, movidas por el viento, he cerrado los ojos, he escuchado el sonido que hacían al ser acariciadas por el viento del sur; así he permanecido durante 30 minutos. Creo que ha sido el mejor entrenamiento que hoy podía hacer, me he sentido mejor. Hay días en los que hay que escuchar lo que nos dice nuestro cuerpo, sacar fuera las emociones y mirar las espigas...
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