Se apartó de la ventana pensando en que él pudiera verla mejor, y como si fuera a cámara lenta empezó a desnudarse. Se desabrochó la camisa, botón a botón, recreándose y mirando de reojo para ver si seguía allí. Luego le tocó el turno a los pantalones, bajó muy despacio la cremallera y los fue deslizando por sus caderas, quedando a la vista unas pequeñas bragas blancas de algodón. Después, de espaldas a la ventana, desabrochó el sujetador y lo dejó caer, quedando al descubierto unos hermosos pechos coronados por un par de pezones totalmente erectos. Respiró hondo y se dio la vuelta pensando que el mirón se habría escondido, pero no, seguía allí, impertérrito, aunque descubrió en sus ojos un brillo de deseo que a ella la excitó.
Por un momento pensó que ya había ido demasiado lejos, debería cerrar la ventana, pero le gustaba ese juego, notaba su sexo húmedo, y no le apetecía parar, así que se dijo ¡que se joda! ¿quiere ponerse caliente? pues vamos allá. Volvió a separarse de la ventana, y bajó cuidadosamente sus braguitas, mientras sus movimientos se tornaban más Fuente
, procurando que él la viese desde todos los ángulos. A continuación abrió el grifo del agua caliente y se metió en la ducha.
Una sensación de placer la recorrió cuando el agua empezó a deslizarse por su cuerpo y así estuvo un buen rato, disfrutando de ese momento. Cerró el grifo y echó un vistazo hacia la ventana, allí seguía, pero ahora había cogido una silla, y estaba sentado tranquilamente mirándola. Ella solo lo veía de cintura para arriba, pero estaba segura que iba a masturbarse mirándola, la mano derecha no aparecía por ningún lado. Imaginarlo empalmado haciéndose una paja, la excitaba a ella aún más. Cogió la esponja, le echó un buen chorro de gel, y empezó a enjabonarse. Lo hacía lentamente, acariciándose, consciente de que él la observaba. Se ponía de espaldas y se agachaba frotando las piernas, poniendo a la vista un precioso culo de nalgas redondeadas y firmes.
Volvió a abrir el grifo y se metió debajo del agua, no podía parar la urgencia que sentía, así que llevó la mano hacía su sexo y empezó a acariciarse. Tenía los ojos cerrados, concentrada en el placer que aumentaba, hasta que se dio cuenta que el orgasmo estaba cerca, entonces abrió los ojos y supo, por la expresión de su rostro, que él también estaba a punto de correrse. Siguieron mirándose hasta que sintieron la oleada que recorría todo su cuerpo, que les hizo cerrar los ojos y echar la cabeza hacia atrás mientras pasaban esos segundos de intenso placer.
Por un momento pensó que ya había ido demasiado lejos, debería cerrar la ventana, pero le gustaba ese juego, notaba su sexo húmedo, y no le apetecía parar, así que se dijo ¡que se joda! ¿quiere ponerse caliente? pues vamos allá. Volvió a separarse de la ventana, y bajó cuidadosamente sus braguitas, mientras sus movimientos se tornaban más Fuente
, procurando que él la viese desde todos los ángulos. A continuación abrió el grifo del agua caliente y se metió en la ducha.
Una sensación de placer la recorrió cuando el agua empezó a deslizarse por su cuerpo y así estuvo un buen rato, disfrutando de ese momento. Cerró el grifo y echó un vistazo hacia la ventana, allí seguía, pero ahora había cogido una silla, y estaba sentado tranquilamente mirándola. Ella solo lo veía de cintura para arriba, pero estaba segura que iba a masturbarse mirándola, la mano derecha no aparecía por ningún lado. Imaginarlo empalmado haciéndose una paja, la excitaba a ella aún más. Cogió la esponja, le echó un buen chorro de gel, y empezó a enjabonarse. Lo hacía lentamente, acariciándose, consciente de que él la observaba. Se ponía de espaldas y se agachaba frotando las piernas, poniendo a la vista un precioso culo de nalgas redondeadas y firmes.
Volvió a abrir el grifo y se metió debajo del agua, no podía parar la urgencia que sentía, así que llevó la mano hacía su sexo y empezó a acariciarse. Tenía los ojos cerrados, concentrada en el placer que aumentaba, hasta que se dio cuenta que el orgasmo estaba cerca, entonces abrió los ojos y supo, por la expresión de su rostro, que él también estaba a punto de correrse. Siguieron mirándose hasta que sintieron la oleada que recorría todo su cuerpo, que les hizo cerrar los ojos y echar la cabeza hacia atrás mientras pasaban esos segundos de intenso placer.